domingo, 21 de noviembre de 2021

Lo inventado de las tramas

 Un hombre cualquiera siempre se acuerda de Walt Disney en la sección de congelados del supermercado.


Blancanieves enseña la vida de una mujer explotada por siete machistas a los que sirve y atiende; Pinocho presenta un claro perfil de niño que sufre de bullying; Cenicienta vive en una familia desestructurada con favoritismos maternales; Bella padece de un síndrome de Estocolmo por una bestia de maltratador; Pocahontas recibe la invasión de su cultura y la instauración del colonialismo; la Bella Durmiente sufre el abuso de un beso sin consentimiento por muy príncipe que sea; la ingeniosa suplantación de Aladin para conseguir su objetivo, demuestra que el fin justifica los medios; o, por ejemplo, Mulan se sube al techo de cristal, pero vestida de hombre con su catana de samurái transformista.


Las tremebundas historias que se tiñen de vistosos colores en los cuentos infantiles provienen de la calenturienta imaginación de Walt Disney. Quizá, por ello, permanece congelado para enfriar sus infernales ideas. Incluso se podría convertir en la trama de uno de sus propios cuentos. Un magnate de la fantasía y la imaginación se crioniza para resucitar años más tarde y volver a la vida. El humor negro de su equipo extiende el bulo por todo el mundo, apoyado en la riqueza del difunto, su capacidad de crear lo imposible y la serendipia de un visionario que inventa la crionización en las mismas fechas del fallecimiento de Walt Disney. Y, mientras tanto, el creador de Disneyland hecho cenizas en su tumba vive la eternidad ajeno a su recuerdo tras partir al más allá.


Y así un hombre cualquiera inventa unos rebozados de pollo con la forma del bigote de Walt Disney.

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