domingo, 7 de noviembre de 2021

Lo trucado de los reflejos

Un hombre cualquiera se encuentra con el país de las maravillas en plena puerta del Sol.

La plaza empequeñece con una conejera blanca y gigante, que convierte al espacio en una madriguera con barrotes y cerrojos para definir su cautividad. Bajo el reloj que marca el tiempo negro sobre blanco, el reflejo al otro lado del cristal copia a la figura ingrávida de vestido azul cielo madrileño. Su intensa mirada se fija sobre lo mojado de los adoquines que proyecta las figuras iluminadas sobre el espejo de lluvia.




Lo encapotado de la noche impide atisbar la menguante sonrisa de Cheshire. Y esquivando los charcos con sus miopes y cortos pasos, el Sombrerero se escabulle entre el gentío hasta atrincherarse tras las puertas del palacio. Por los pasillos se van cuadrando a su paso la tropa de naipes descorazonados con afilada lanza de acero genovés. Al llegar al salón principal arrió el sombrero y entró. Las cortinas apagaron las luces de la plaza y las lámparas definieron el trono, el cetro y la máscara de Alicia desapareció tras teñir su vestimenta del rojo de la Reina de Corazones.

Y así un hombre cualquiera observa la mutación al país de los horrores al dar las doce.

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