domingo, 28 de noviembre de 2021

Lo grande de Almudena

Un hombre cualquiera se entristece con lo enviudado de la literaria tinta de las historias por contar de Almudena.


Aquí quedamos los huérfanos, ojalá que heredemos su buena mano izquierda, su conciencia republicana y la circular cuadratura de sus historias. Su literatura inscribía con cuidada caligrafía vidas de otros tiempos que lucharon por un futuro que ahora es presente. La búsqueda de la justicia igualitaria y la igualdad justa. La narración de vidas sepultadas y la exhumación de narraciones amortajadas. En definitiva, describir para reescribir lo que sobreescribieron los dictados impuestos.

El poeta se queda viudo de amor y de la riqueza de la prosa marital, de la conversación del desayuno, de la inspiración entre lineas, de los aderezos con regusto de las sobremesas, de los callados comentarios de los invitados ante la silla vacía, de la última cena sin comunión ni Cristo. Y tristes los amigos por borrar su número de las agendas, por los capítulos contados de estraperlo, por las quedadas en calendarios que ahora se marchitan, por los brindis póstumos. Y solitarios los lectores que nos abrazamos a columnas decapitadas por guadañas sin sentimientos, por las páginas por escribir convertirás en papel mojado y por la maldita gota de tinta del punto y final.


Y así un hombre cualquiera se queda sin brújula de las raíces de un Madrid tricolor.  

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