Un hombre cualquiera imagina a Nerón, lira en mano, ensimismado ante las
dentelladas de las llamas.
24 de diciembre de 1734, Alcázar de Madrid. Un incendio asola el palacio y
reduce a cenizas la residencia real. En el fragor de las llamas algunas obras
de arte son salvadas de la furia del dragón. Las 'Meninas' o el 'La lucha con los mamelucos' corren por los pasillos hasta alcanzar una ventana para huir del fuego.
Otros muchos objetos artísticos, pasto de las llamas, se esfumaron para
rellenar la pinacoteca privada del Infierno.
24 de diciembre de 2018, Museo del Prado. El tintineo de copas, las
conversaciones familiares y los villancicos ensordecen la urgencia de las
sirenas. El calor de las luces navideñas se hiela ante las llamaradas que
claman por entradas y ventanas. Los tres pintores, acostados a las puertas,
permanecen de espaldas con los ojos cerrados, empapados por las lágrimas e
incapaces de ahogar la pesadilla. Tras Velázquez unos cristales rotos y una
columna de humo acompañan a tres guardas de seguridad que abrazan a las Majas,
el 'Jardín de las Delicias' y 'Duelo a garrotazos'. Vuelven a desaparecer hasta que
las 'Meninas' casi sin respiración salen al exterior. Cuando llegan los bomberos
una inmensa colección de cuadros decoran el paseo. Los exhaustos guardas de
seguridad siguen sacando cuadros. Sin ayuda de renos, ni de elfos el paseo de
ha llenado, por amor al arte, en un salón con regalos la madrugada del 25 de
diciembre...
Y así un hombre cualquiera afina la lira que le han dejado bajo el árbol de
Navidad.
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