viernes, 6 de julio de 2012

Lo evadido de la realidad


Un hombre cualquiera intenta esquivar  la asfixiante realidad utilizando túneles hacia el bosque excavados por claustrofóbicos adalides de la libertad. 

Los planes de huída necesitan de alternativas al proyecto inicial por si los 'monos' acaban descubriéndonos y nos mandan a la nevera. Las ansias de libertad motivan al preso a retomar un buen comportamiento cívico, acallar su ira a flor de piel y acatar normas ancladas en un pensamiento invertido al suyo propio. En este caso, el 'maquiavélico' dogma de que el fin justifica los medios se convierte en absoluto y prioritario para alcanzar el aire fresco y la pávida incertidumbre fuera de los atestados barracones. 

Tras arrastrarnos durante un centenar de metros bajo tierra sólo nos queda correr hacia el bosque y buscar un compendio de subterfugios extra para llegar a casa. Lo oculto a 10 metros bajo el suelo se encuentra lejos de indiscretos ojos y peligrosos rastreadores, pero una vez en la superficie la escapatoria se recrudece al convertirnos en blanco de francotiradores y espías. Al final, los riesgos de la deserción se miden por el número de mártires y por las melancólicas alegrías de los que han conseguido pasar la frontera.  

Y así un hombre cualquiera se convierte en un fugitivo con la maleta preparada detrás de la puerta como beneficiario de la Gran Evasión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario