sábado, 30 de junio de 2012

Lo soñado de los pijamas


Un hombre cualquiera aprovecha cada centímetro de sábana ante la ausencia vacacional de una soñadora en pijama, pero los sueños se vuelven pesadillas y las crónicas con legañas del desayuno pierden su esperpéntico asombro con la distancia.

Sin duda, el estilo de 27 veranos tostados por el sol, que acaba `morenando` hasta la más pálida y vampírica dentista con colmillos, se convierten en un cálido modus vivendi . Y, al abrigo del calor estival se fecunda la dulzura de los frutos que acabarán horneados, confitados o aderezados para que una soñadora en pijama los reparta a los que diseñan los recuerdos con sus sarcasmos, vacilaciones y sátiras. Igualmente, abdica de las pesadas coronas sin cabeza y evita los parajes repletos de corruptas gaviotas con el júbilo de quien utiliza la imaginación para vivir en la felicidad, a partir de un crónico alboroto de altruismo filantrópico. 

Sus poéticas  primaveras sonríen ante la tardanza de la vejez y lo celebran con un contoneado aloha hawaiano. Mientras, la alicatada orilla de la piscina sirve de marco para un gigantesco espejo, donde se refleja la ondulada felicidad de quien salpica alegría antes de zambullirte en su imaginativo mundo, plagado de surrealistas ensoñaciones y dulces recuerdos sobre el sepia de los negativos.  

Y así un hombre cualquiera se duerme entre las sábanas disfrutando del transporte narrativo que le arrastra a vivencias reales y filmadas al lado de una soñadora en pijama.

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