Un hombre cualquiera rememora la impaciencia de la espera a
través de un amortizado billete de avión hacia una república ex-soviética .
Inalterable a las emociones o quizá pendiente de la
desesperada impaciencia de los que esperaban al otro lado de la puerta
automática, la máquina giratoria y dispensadora de ramos de flores veía, con cada vuelta de tuerca, perdida su
batalla en cada abrazo y en cada paso hacia la parada de taxis.
En ese momento cerró los ojos, el ralentizado parpadeo le
hizo saborear un sueño hecho realidad del que acabó despertando con una fugaz
lágrima de alegría por su rostro. Aún estaban humeantes las ruedas del tren de
aterrizaje. El abrazo les fusionó en una aleación perfecta rodeados por el
deslizante traqueteo de las maletas de fugitivos con billete de vuelta a la
realidad.
Y así un hombre cualquiera se topa con hilvanados recuerdos,
por el zurcir del tiempo, en el cajón de sastre de la memoria del mueble del
salón.
Basado en la narración titulada 'Aeropuerto' del primer libro del periodista Carlos del Amor: 'La vida a veces'.
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