lunes, 23 de septiembre de 2013

Lo alumbrado del verano



Un hombre cualquiera coloca la aguja sobre un viejo vinilo de Serrat que narra la más tierna historia de amor que hubo y habrá...

El cine y la literatura han inventado la máquina del tiempo, supongo que para recuperar la felicidad que paso desapercibida en el presente. El ahora se volatiliza tan bruscamente como el último ocaso del verano, que resume en sí mismo una estación que ilumina y calienta con su júbilo y alegría. Creo, sinceramente, que ahí reside la felicidad, en la brevedad del tiempo estival que aporta recuerdos imborrables incluso al mayor amante de la estampa invernal con nieve, bufanda y una humeante taza de chocolate caliente entre las manos.

Así, la felicidad funciona más como un recuerdo que como una realidad, porque obviamos su presencia en nuestra enfática búsqueda por conseguirla. Sin duda, las fotografías y las anécdotas de otro tiempo nos demuestran como rozábamos la felicidad, cuando se posaba en nuestros brazos en pañales y con un entrañable aroma a pan recién hecho bajo el brazo.

Y así un hombre cualquiera retira la aguja del vinilo, cuando el silencio recién alumbrado se rompe con el esperado primer llanto a pleno pulmón.

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