Un hombre cualquiera se topa con un motorista de sidecar y
casco vintage en la gasolinera, tras rellenar el depósito, lanza un dado de
seis caras y comienza su viaje.
La imagen del motorista en sidecar se tornaría en color sepia,
de no ser por lo contemporáneo de su escenario, con el depósito de la moto
lleno y el sidecar con sus pertenencias bien amarradas. Al salir de la
gasolinera, su rumbo sigue el destino impuesto por el dado y la motocicleta se
dirige rauda y veloz, si extralimitar los límites de la ley, hacia la nacional
VI. Tras abandonar el atestado atasco de la ciudad, un mar amarillo de cereales
le empuja con su inapreciable oleaje por la tranquilidad de los feudos rurales;
mientras, en asimétrica proporción el cuentakilómetros y el marcador del
depósito van definiendo la ajedrezada bandera de la meta.
Como un oasis en medio de un eterno mar de avena y trigo, el
motorista encuentra su destino alzado sobre un risco, pulido en adobe y teja
por campesinos y exiliados jubilados de la necesidad de otros tiempos. Justo
cuando la aguja del depósito alcanza la reserva, la motocicleta naufraga en el
adoquinado de la plaza, a la hora en que la soledad vacía las calles y llena
las mesas al calor de los fogones. Aprovechando
el silencio del mediodía, el motorista se inmiscuye en la intimidad de las
calles, topándose con una casa solariega en venta, cuyo abierto zaguán le
invita a pasar al forastero. ¿Quién va?, tras restallar el suelo de madera al
entrar, una voz grita desde el interior. El motorista anuncia su entrada y,
tras una rápida visita a la casa, sale con el título de propiedad bajo el brazo
y las llaves en el bolsillo. El ruido del motor devuelve el silencio a la calle
cuando el portón del garaje cierra la frontera entre lo público y lo privado;
una nueva vida, desde cero, evocando los pasos de Vianne Rocher en Lansquenet
comienza para el motorista, que guarda su dado a buen recaudo en el altillo de
la cocina.
Y así un hombre cualquiera descubre las vidas de aquellos
que se topan en su camino, mientras espera la inspiración de las musas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario