lunes, 16 de septiembre de 2013

Lo evocado de los sidecars

Un hombre cualquiera se topa con un motorista de sidecar y casco vintage en la gasolinera, tras rellenar el depósito, lanza un dado de seis caras y comienza su viaje.
La imagen del motorista en sidecar se tornaría en color sepia, de no ser por lo contemporáneo de su escenario, con el depósito de la moto lleno y el sidecar con sus pertenencias bien amarradas. Al salir de la gasolinera, su rumbo sigue el destino impuesto por el dado y la motocicleta se dirige rauda y veloz, si extralimitar los límites de la ley, hacia la nacional VI. Tras abandonar el atestado atasco de la ciudad, un mar amarillo de cereales le empuja con su inapreciable oleaje por la tranquilidad de los feudos rurales; mientras, en asimétrica proporción el cuentakilómetros y el marcador del depósito van definiendo la ajedrezada bandera de la meta. 
Como un oasis en medio de un eterno mar de avena y trigo, el motorista encuentra su destino alzado sobre un risco, pulido en adobe y teja por campesinos y exiliados jubilados de la necesidad de otros tiempos. Justo cuando la aguja del depósito alcanza la reserva, la motocicleta naufraga en el adoquinado de la plaza, a la hora en que la soledad vacía las calles y llena las mesas al calor de los fogones.  Aprovechando el silencio del mediodía, el motorista se inmiscuye en la intimidad de las calles, topándose con una casa solariega en venta, cuyo abierto zaguán le invita a pasar al forastero. ¿Quién va?, tras restallar el suelo de madera al entrar, una voz grita desde el interior. El motorista anuncia su entrada y, tras una rápida visita a la casa, sale con el título de propiedad bajo el brazo y las llaves en el bolsillo. El ruido del motor devuelve el silencio a la calle cuando el portón del garaje cierra la frontera entre lo público y lo privado; una nueva vida, desde cero, evocando los pasos de Vianne Rocher en Lansquenet comienza para el motorista, que guarda su dado a buen recaudo en el altillo de la cocina.
Y así un hombre cualquiera descubre las vidas de aquellos que se topan en su camino, mientras espera la inspiración de las musas.

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