Un hombre cualquiera acude a la presentación del primer libro de la Mecenas del
Quijote con gran boato y orgullo.
La mecenas del Quijote se nos ha nacionalizado nórdica, pero sin perder su salero y su pose de aliñada Dulcinea. Ahora enseña a los vikingos los chistes mas "chanantes", mientras se codea con baronesas que cuelgan en el Thyssen marcos y pinturas sobre sus libros (y si alguien piensa que es al revés, se equivoca). Supongo que entre desembalar y colgar, Tita no podrá acudir a la presentación. Espero, fervientemente, que su ausencia la rellene Joaquín Reyes poseído por una Tita de imitación que se encadene a una estantería, por lo menos.
La portada de "El
friso de la vida" recoge el "El autorretrato entre el reloj y la cama",
justo en el momento de espera antes de probar un delicioso pisto manchego,
coronado por un huevo de codorniz. Lo que Almodóvar no ha universalizado, lo
hará la Mecenas del Quijote a fuego lento y con una cucharada de azúcar. En
fin, cuanto abolengo tendrán los créditos del libro con el monárquico nombre de
su correctora.
Y así un hombre cualquiera, al final de la presentación, se arrodilla para admirar la grandeza de la Mecenas del Quijote.
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