jueves, 23 de febrero de 2012

Lo extraordinario de la cotidianidad

Un hombre cualquiera vive en la cotidianidad, que se ve sobresaltada por momentos, instantes y por las demás cosas que rompen la monotonía con dichos hechos extraordinarios. Así, lo extraordinario no se envuelve de grandes envoltorios, ni necesita de varias cifras en la factura, sino que  son elementos de escaso valor pero de necesidad suprema para el día a día: la música de un nuevo anuncio, el descubrimiento de un sabor cocinado por la soñadora en pijama, un logo que es un preludio de un nuevo tiempo, sumergirse en una lectura ante el tedioso traqueo del día o el anuncio de la aventurera de las siestas. Estos momentos, instantes y demás cosas hacen que la cotidianidad sea sólo un complemento y no la base de la vida.

Y así un hombre cualquiera termina un día embarrado por las cenizas y el olor a sardina asada en el cementerio.

1 comentario:

  1. Lo verdaderamente bueno es la grandeza de no hacer rutina, ni sentir que pasa un día monótono.

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