jueves, 27 de diciembre de 2012

Lo arrugado de la geografía



Un hombre cualquiera recibe la llamada de una entidad bancaria para contratar un plan de jubilación privada, mientras revisa la fugacidad del tiempo ante la realidad del espejo.

La fotografía desvela la superficial imperfección de la epidermis y la sinceridad del paso del tiempo sobre nuestros poros. Este discurrir de los años va mostrando ante las lentes del ojo humano la evolución de los cuerpos y los rostros sin la necesidad del detalle fotográfico. Sin duda, el envejecimiento es una enfermedad del tiempo cuyo diagnóstico ya viene firmado y sellado de fábrica.

Se envejece en silencio aunque en el más absoluto de los vacíos auditivos se siente el avance imparable de las agujas del reloj. Y, en un imperceptible e invisible compás, el plisado avance de las arrugas se perpetúa plegando la vida con el ritmo del segundero. Sólo apreciamos la fugacidad de la vida cuando las fotografías nos enseñan el agotamiento de nuestras reservas del elixir de la juventud. Así, la geografía de la piel se va construyendo con los surcos y cárcavas de la experiencia que las lágrimas, el sudor y las alegrías van labrando a su paso.

Y así un hombre cualquiera rechaza la oferta bancaria para invertir en carcajadas sin intereses que arrugan el rostro pero rejuvenecen el alma.

1 comentario:

  1. Éste es de mis favoritos!! Será porque me hago mayor...
    A.

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