lunes, 31 de diciembre de 2012

Lo feliz de los propósitos



Un hombre cualquiera redacta sus propósitos para el nuevo año escuchando los susurros que dejan los buenos momentos cumplidos.

2012 ha alumbrado a un hombre cualquiera a través de un imaginativo y barroco teclado, alimentado por sueños, coincidencias y, sobre todo, por la inspiración de los alter ego de carne y hueso que rodean y abrigan sin pedir nada a cambio. Así, el invisible hombre con gafas y corbata se sienta a observar la realidad para difuminar las imperfecciones con la imaginada postproducción que no resuelve pero intenta ilusionar

La incierta niebla que envuelve al nuevo calendario necesitará de pies de plomo para buscar sombra junto a lo inconfundible de los extraordinarios y alcanzar lo divino de lo humano; todo ello, aprovechando la innumerable escala de colores de Pantone que den pinceladas y retoques aquí y allá sobre un transparente lienzo. Y así seguir viajando como de lo decimonónico de la realidad a lo arrugado de la geografía por los sinuosos caminos que discurren entre la hoja en blanco y el punto final. 

Y así un hombre cualquiera rubrica sus intenciones para los próximos 365 días queriendo extender los buenos deseos para conseguir un ¡Feliz 2013!

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