Un hombre cualquiera se equipa con
vestimentas impermeables y complementos contra la lluvia ante las acuáticas
previsiones del calendario zaragozano.
'Sale el sol, estoy vivo' La
grandilocuencia de estos versos residen en su sencillez y cotidianidad. La
metáfora del sol, como sinónimo de vida y paso adelante, se consuma como una
perfección constante. Y la verdad, el sol siempre sale por muchas y negras
nubes que asolen nuestra calle. Así, la grandeza de las pequeñas cosas son los
reflejos de ese sol, que debemos buscar aunque la previsión meteorológica
advierta temporal con rachas fuertes de viento en toda la península ibérica,
incluso en las paradisiacas Canarias. Sin duda, los detalles marcan el
contrapunto de los malos momentos y van encajando a pesar de que las vueltas
nos produzcan un mareo, sin biodramina con receta, al remover a golpe de
chasquido la complejidad del cubo de rubik.
Los detalles conforman el todo;
podemos decir que las alegrías de la vida son esos ínfimos momentos que pueden
mejorar la apatía frente al mal tiempo. Estos hechos extraordinarios se miden
en microscópicas unidades de medida y suponen un revulsivo resorte que cambia
la percepción global, como cuando un ratón se cuela en una manada de elefantes.
Y así un hombre cualquiera descubre
lo poético de la lluvia ante un agrietado cielo encapotado que permite soleados
reflejos que salpican sobre los charcos.
Texto inspirado en el artículo 'Una solución' de Manuel Vicent (2/12/12)
http://elpais.com/elpais/2012/12/01/opinion/1354378729_646796.html
Texto inspirado en el artículo 'Una solución' de Manuel Vicent (2/12/12)
http://elpais.com/elpais/2012/12/01/opinion/1354378729_646796.html
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