lunes, 17 de diciembre de 2012

Lo poético de la lluvia




Un hombre cualquiera se equipa con vestimentas impermeables y complementos contra la lluvia ante las acuáticas previsiones del calendario zaragozano.

'Sale el sol, estoy vivo' La grandilocuencia de estos versos residen en su sencillez y cotidianidad. La metáfora del sol, como sinónimo de vida y paso adelante, se consuma como una perfección constante. Y la verdad, el sol siempre sale por muchas y negras nubes que asolen nuestra calle. Así, la grandeza de las pequeñas cosas son los reflejos de ese sol, que debemos buscar aunque la previsión meteorológica advierta temporal con rachas fuertes de viento en toda la península ibérica, incluso en las paradisiacas Canarias. Sin duda, los detalles marcan el contrapunto de los malos momentos y van encajando a pesar de que las vueltas nos produzcan un mareo, sin biodramina con receta, al remover a golpe de chasquido la complejidad del cubo de rubik.

Los detalles conforman el todo; podemos decir que las alegrías de la vida son esos ínfimos momentos que pueden mejorar la apatía frente al mal tiempo. Estos hechos extraordinarios se miden en microscópicas unidades de medida y suponen un revulsivo resorte que cambia la percepción global, como cuando un ratón se cuela en una manada de elefantes.

Y así un hombre cualquiera descubre lo poético de la lluvia ante un agrietado cielo encapotado que permite soleados reflejos que salpican sobre los charcos.

Texto inspirado en el artículo 'Una solución' de Manuel Vicent (2/12/12)
http://elpais.com/elpais/2012/12/01/opinion/1354378729_646796.html

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