Un hombre cualquiera se declara fanático de las viñetas y fotografías
que explican y definen la realidad con un sólo vistazo.
Era la hora de literatura mundial. La lección del dia era sobre el padre del
modernismo: Rubén Darío. El maestro comienza con un dictado del texto de
Peregrinaciones del autor: "Otra cosa. Los pocos niños que se encuentran
en los jardines, que van a respirar el oxígeno de los paseos y parques, no
tienen, por lo general, aspecto de niños. Son hombrecitos y mujercitas."
De esta forma los alumnos interiorizan su propia realidad. Una,
desgraciadamente, esperada alarma comenzó a sonar por la megafonía. Un nuevo
bombardeo cercano a la agrietada escuela de Alepo. Otra vez, Abdala y Dania,
siguiendo el protocolo, se metieron bajo sus pupitres. Ella con su libro bajo el
brazo y él con su achatado lápiz sin punta.
Cuando el bombardeo termina, los dos niños salen de debajo de sus pupitres.
Una pared se ha venido abajo y deja ver el paisaje exterior. Frente al colegio,
el Big Ben marca las 11:00 a.m., es la hora del recreo. El horror de Alepo hace
temblar de miedo a Londres, al menos, por un día. El temblor hace tintinear las
tazas del desayuno de Isabel de Inglaterra. También, los folios del discurso de
David Cameron se descolocan. Y el humo de la pipa se confunde con el polvo del
bombardeo. Sherlock Holmes sólo puede ver entre los cascotes los oscuros
intereses que guían a los que gobiernan.
Y así un hombre cualquiera basa su fanatismo en la máxima del refranero, "que
una imagen vale más que mil palabras".
Basado en hechos reales:
No hay comentarios:
Publicar un comentario