martes, 1 de marzo de 2016

Lo filtrado de los rumores




Un hombre cualquiera observa como unos operarios retiran el cartel de otro negocio en una finca de renta antigua del centro.

Vivir a lo grande de los bienes gananciales fue su pequeña venganza. Tras enseñarle las fotos que le facilitó el detective, ella se quedó estupefacta. No había cabida para las excusas. Le pillaron con las manos en la masa. Él le pidió descolgar los trofeos de caza con cornamenta. No ayudaban nada a su nueva condición. Debido a su posición, la separación no podía hacerse pública. Ambos acordaron dormir en habitaciones separadas. Las fotografías juntos desaparecieron de cada portarretratos de la casa y hasta le pidió quitar los espejos. La cara de su gemelo nunca la podría olvidar sobre todo después de que filtrara todo a la prensa.

"Sín título" Un hombre cualquiera y Soñadora en pijama


A pesar de ser uno de los pocos detectives honrados que quedaban en la ciudad, decidió volver a empezar en otra ciudad. El equipo de mudanzas comenzó a recoger bártulos y cajas.  En una butaca, el detective cabizbajo leía el periódico que desvelaba en portada su último caso. Los operarios apilaban cajas atiborradas de  archivos sobre infidelidades, fingidos inválidos y cleptómanos laborales. A la espera del ascensor otra pila de cajas guardaban los trajes y disfraces. Un par de operarios quitaban del balcón el cartel anunciador del despacho, que lucía con el lema: "Detective privado: especializado del quinto al décimo mandamiento". Fijándose en el diario uno de los mozos le preguntó '¿Se muda por su éxito?' Le contestó 'No, por el fracaso de los demás'

Y así un hombre cualquiera entiende como el dinero intenta comprar los secretos que los rumores extienden a voz en grito.

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