domingo, 30 de mayo de 2021

Lo agazapado del jardín

Un hombre cualquiera se topa con decenas de viandantes vestidos con camisetas y jerséis de rayas horizontales alrededor del Prado.


La visita comienza frente a la estatua de Felipe II, al ser primera hora aún tiene las arrugas de las sábanas marcadas en el majestuoso rostro. El ruido de las aguas del Lavatorio por la concurrencia de la mañana resuenan por el eco de la galería central. Y el murmullo de risas de las Meninas se notan por la ausencia de Velázquez, que se ha perdido más allá del reflejo del espejo para desayunar. Hay pocos visitantes, pero entre ellos destaca, entre marcos y pasillos, el hombre del jersey de rayas y las gafas de pasta.


El hombre de pie, frente al único cuadro que quería admirar, perpetuo e impasible, ya ha encontrado lo que busca. La media sonrisa que se esboza entre las comisuras de sus labios es resultado de su acertada búsqueda. El resto de visitantes y curiosos cambian de cuadro, vencidos sin encontrar el motivo del síndrome de Stendhal que ha tomado a aquel hombre. Pero allí estaba. Allí se encontraba semiescondido tras el árbol de la ciencia; alrededor del que florecen deliciosamente todos y cada uno de los brotes del jardín. Wally sonriente con sus gafas de pasta, su jersey de rayas rojas y blancas y su gorro  se agazapa entre las pinceladas del Bosco.


Y así un hombre cualquiera se siente sorprendido por ser parte de una de las viñetas de ¿Dónde está Wally?

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