domingo, 19 de junio de 2022

Lo pagano de los murciélagos

Un hombre cualquiera saborea un salmorejo al ajo, más mortal que una bala de plata o una estaca de madera, cocinado por una soñadora en pijama.


Las ondas hertzianas revolotean hasta posarse bocabajo dentro de la pantalla. Tras un parpadeo, la imagen vuelve a su posición natural llena de cientos de vampiros que miran directamente a cámara. A este lado de la pantalla con el ajado salmorejo de por medio, los colmillos pierden su temida mordida, el pálido pierde su mortecina apariencia y las capas pierden su solemnidad en favor de un pagano carnaval. La memoria cultural busca referentes en Nosferatu, entrevista con el vampiro, el Drácula Yeyé, la abuelo de la Familia Adams, el Condemor, Crepúsculo, Abierto hasta el amanecer


Pero en este caso, los cientos de vampiros de Whitby Abbey, en plena diócesis de York, rinden pleitesía al ínclito y maravilloso Drácula de Bramm Stocker, ante las góticas ruinas de la abadía. De hecho, 1369 almas vestidas y calzadas de riguroso y elegante negro enlutaron el lugar, a pesar de conseguir el récord Guiness de más personas disfrazadas de Drácula en el mundo. En la distancia, un hombre con levita y chistera decimonónica observa al grupo de vampiros, mientras se pierde hacia la oscuridad que enviuda al atardecer.


Y así un hombre cualquiera se termina el plato de salmorejo para inmunizarse ante los vampiros y guarda su ejemplar de Drácula en el congelador.

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