sábado, 28 de mayo de 2022

Lo literario de los bocetos

Un hombre cualquiera sufre el blanco de una flecha literaria de las dibujadas por Fernando Vicente, que siguen sobrevolando por la feria del libro.


En un lugar de El Retiro de cuyo nombre siempre quiero recordar, no ha mucho que paseaba un artista de los de lápiz en afiladero, alma renacentista, rocín trotamundos e imaginación desbordante. Entre lectores y escritores, Dulcinea se reconoce victoriosa entre el común de los mortales, ya que deambula con su halo de musa entre el enjambre de casetas. La primavera enverdece con su sola presencia y la sangre se altera con el tranquilo porte de su belleza. Lo florido de la estación se colorea con el cálido ambiente de la tarde y la fresca brisa que ondea sobre un banco, a salvo de los peces de ciudad y los tontos por ciento.


Él narra con sutiles pinceladas los caminos que le llevaron hasta aquellas coordenadas. Ella se describe como un libro abierto aún por escribir con la brújula palpitante. Se leen en acuarela y grafito y se dibujan en prosa y en verso. El murmullo de los curiosos acalla los lejanos pulsos del carrillón y los lontanos repiqueteos de la basílica. Solo el atardecer les recuerda que el resto del mundo ha seguido girando, cuando el oleaje, libre de salitre, refresca los petrificados pies de Alfonso XII


Y así un hombre cualquiera se enamora a primera lectura de las casetas, libros y firmas de la 81° feria del libro de Madrid.


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