sábado, 25 de noviembre de 2023

Lo necesario de la empatía

Un hombre cualquiera espera sentado en un banco frente a unos grandes almacenes.

Una mujer morena, de mediana estatura y sonriente atraviesa el paso que le dejan las puertas automáticas para salir a la calle. Lleva las manos ocupadas con varias bolsas de distintos tamaños, pero destaca su abrigo de paño morado abierto, que deja ver una blusa blanca y unos pantalones vaqueros azul oscuro, que cubren parte de sus botines marrones. Su sonrisa se perfila con un boceto de carmín y el maquillaje le alegra una mirada acuosa de azul horizonte. 


A escasos metros de la salida mete las bolsas en una papelera y se va acariciando los adoquines con un rítmico taconeo. Calle abajo se pierde entre los viandantes de las aceras de Princesa camino a su futuro. Pocos minutos después, una mendiga morena, de mediana estatura y con un rostro tranquilo, que estaba por la zona, se acerca a husmear en la papelera. Y se calza con los zapatos que aquella mujer había tirado, se pone sus abandonados y gastados pantalones y se hace con su maltrecha chaqueta hecha jirones. La indumentaria le cambió el semblante. Su cara envejeció, la tristeza le invadió y su ojo derecho se coloreó de un morado casi negruzco. La mujer se quedó mirando en la dirección que había tomado la mujer que había depositado aquellas pertenencias y unas lágrimas de esperanza afloraron al entender lo que había pasado. Acto seguido, se quitó aquellas ropas y las destrozó con sus manos para que nadie se volviera a sentir así nunca más. Y desapareció entre el ir y venir de la ciudad.


Y así un hombre cualquiera ensalza la necesidad de seguir promoviendo la eliminación de la violencia contra la mujer cada día, más allá del 25 de noviembre. 

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