Un hombre cualquiera acude al Museo Británico con el pingüe capital conseguido
con su apuesta en los Euromillones.
Tras una pequeña espera en las filas de entrada y el rutinario registro de
la mochila, el siguiente paso son las urnas de aportación para el mantenimiento
del museo. La sonrisa de los voluntarios se puede medir por la cantidad del
dinero que atesoran. Sin duda, aquel voluntario contaba con una sonrisa escasa.
Por ello, un hombre cualquiera, sacando
su cartera, intenta aumentar la expresión
de aquel chaval con el premiado billete de diez libras. Antes de aportarlo, lo
estira para introducirlo en la ranura, pero nota algo extraño en su diseño.
Al observar el reverso en lugar de encontrarse a la impertérrita Isabel II,
el billete retrata a la popular princesa Lady di. Cruza la mirada con el
voluntario y sonriente le insta a botar el billete. Se lo muestra incrédulo,
pero el voluntario, sin darle mayor importancia, lo coge y lo mete en la urna.
Automáticamente el benefactor acerca sus ojos a una de las caras transparentes de
la urna. Estupefacto descubre en los billetes de cinco libras a David Beckham,
en los de veinte a John Lennon y en los escasos de cincuenta al mismísimo Colin
Firth. Le pregunta al joven sobre la falsedad de aquel dinero. El colaborador
del museo le sonríe y le desea una feliz visita a las exposiciones, dándole uno
de los folletos promocionales del British Museum. La portada promocionaba a bombo y
platillo la nueva adquisición del museo. Un Bansky. La obra se trata de un
billete de diez libras con el retrato de Lady di, hecha por el conocido
grafitero. Y con esta inspiración, el Banco de Inglaterra ha decidido decorar
sus billetes con algunos de los artistas y personajes más notorios de la Gran
Bretaña.
Y así un hombre cualquiera busca más rostros famosos de la pérfida Albión
para retratar a las nuevas acuñaciones de libras.
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