sábado, 4 de julio de 2020

Lo oculto de los eclipses

Un hombre cualquiera  escucha por la radio la noticia del eclipse lunar, justo en el 51 aniversario del alunizaje de Amstrong, Collins y Aldrin.

El locutor anuncia que el eclipse alcanzará su punto máximo entorno al amanecer del domingo. Así las dos caras de la luna, por unos minutos, estarán ocultas para los miopes terrícolas. La noticia incluye la explicación sobre la cara oculta de la luna, que se propicia por las libraciones durante el periodo sideral, los 28 días entre cada luna, y el parejo movimiento de rotación y traslación. La combinación de movimientos y oscilaciones agazapan la calma de la cara oculta, surcada por los mares Australe, Moscoiense, Orientale e Ingenii. Y, también, dónde se sitúan los principales y más grandes cráteres y circos lunares. 

La Unión Astronómica Internacional que se ocupa de lo extraterrestre y lo científico, ha homenajeado, históricamente, a los profesionales de la Ciencia, poniendo sus nombres a cuerpos celestes, descubrimientos espaciales y accidentes geográficos selenitas. Pero frente a los agujeros negros del espacio, los homenajes pueden contener borrones también. Y la IAU se ha topado con la nomenclatura de los cráteres de Lenard y Stark, que habían sido dedicados a dos importantes científicos alemanes. Los nombramientos ya resultaban paradigmáticos por adjudicarles elementos geográficos de la cara oculta selenita; quizá para esconderles a los ojos de la Tierra por su apoyo a la causa nazi. Este hecho ha terminado por arrebatarles sus honores galácticos. De nada han servido sus aportaciones sobre los campos eléctricos y los rayos catódicos o sus Nobel de Física, porque han sido todos devaluados por sus ideas antisemitas, su alineamiento con el Fürher y sus ataques a colegas, como al mismísimo Albert Einstein. Por todo ello, el Grupo de Trabajo para la Nomenclatura Lunar busca propuestas para renombrar a los cráteres. Y ya que el satélite tiene nombre de mujer, los nuevos nombres podrían ser de científicas. Y al ser en la cara oculta sería una maravillosa metáfora del injusto lugar histórico al que han sido relegadas las mujeres.

Y así un hombre cualquiera vuelve a posar los pies en la Tierra al pinchar en la radio 'Fly me to the Moon'.

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