domingo, 17 de enero de 2021

Lo tomado de la posesión

Un hombre cualquiera se sienta en las escaleras del monumento de Lincoln sobre el lugar soñado por Martín Luther King.

Frente a la escalinata, las pacíficas y frías aguas del estanque son turbadas por el reflejo de Jennifer llamando a Forrest Gump.   La realidad se revuelve con un rasgado de ojos y, de nuevo, un instante de vacío, mientras los turistas se van. Más allá, sobre un soleado fotograma del césped, Marilyn Monroe sonríe, rubia y despreocupada. Se despierta de una siesta soñándose, como la primera dama que salva a su presidente del tiroteo sobre el Lincoln descapotable. Negras tormentas agitan los aires, que encapotan el cielo de Washington hasta hacer esfumarse a la tentación rubia. 

El sonido de un helicóptero turba la calma del parque al alzarse sobre los cerezos. Abajo el helipuerto de la Casa Blanca es la última estancia que pisa Donald Trump, como Presidente de los Estados Unidos. Los rojos ojos de Washington siguen el vuelo que se pierde entre los torreones de Smithsonian Institution. El espejo del estanque invierte la figura del obelisco para convertir al desbocado elefante en un pacífico burro. El eco de los aplausos se propaga desde el Capitolio y abre un soleado haz de luz que consigue apagar las sombras del despacho oval.

Y así un hombre cualquiera sube frente la estatua de Lincoln para descubrir su esperanzadora mirada en el horizonte.

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