martes, 5 de enero de 2021

Lo monárquico de los naipes

Un hombre cualquiera descubre una timba de póker en plena noche de reyes.

El frío de la noche no consigue apagar la ilusión de los que esperan la sorpresa de la mañana. Mientras los nervios de los pequeños se apaciguan hasta alcanzar el sueño, aquellos hombres con sus túnicas y coronas esperan entorno a una mesa. Los naipes se reparten sobre el tapete y los jugadores comienzan a colocar sus cartas. Desde el roto de la cortina sus siluetas conforman un cuarteto de regias sombras chinescas alumbradas por el fuego de la chimenea y la tenue luz de las lámparas.

El trote tranquilo de unos camellos cargados de regalos repica frente a la ventana entre reflejos dorados y aromas a incienso y mirra. Dentro el póker de reyes sigue jugando, absorto ante la cabalgata, entre anécdotas de la Antigua Roma y afrutados recuerdos de Macedonia. Aún resuena el eco de la mágica recua con la siguiente mano, donde se rememoran la batalla contra Goliat o las luchas sajonas. Y la noche de reyes discurre entre amuralladas torres de fichas y las reales anécdotas de Julio César, el Rey David, Alejandro Magno y Carlomagno. Los mismos reyes que gobiernan los diamantes, las picas, los tréboles y los corazones entre moteados armiños y brillantes oropeles.

Y así un hombre cualquiera apuesta por las leyendas que colman de regalos la mañana de reyes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario