lunes, 15 de marzo de 2021

Lo robado del calendario

Un hombre cualquiera observa en el calendario el 15 de marzo, tras un año difuso en la memoria.

¿Quién, coño, nos ha robado el año 2020? 'En la posada del fracaso, donde no hay consuelo, ni ascensor. El desamparo y la humedad comparten colchón.' Y casi sin enterarnos el último año ha convertido lo cotidiano en extraordinario. Los deseos de las tartas de cumpleaños se quemaron sin soplar las velas y los brindis convirtieron en bocetos alzados sin alcanzar la tierra prometida de Bohemia. Y, es más, los abrazos se perdieron entre el corazón y el codo sin consolar a nadie y hasta los besos, ahora, sólo son reminiscencias de curas sin prescripción médica.


Los muertos se han ido enterrando en baldios cuarteados sin plañideras para regarlos. El calor de los encuentros se convirtió en tibios latidos a pantalla abierta. El más impertinente silencio se atrincheró en los enmudecidos karaokes. Y las emociones se paralizaron tras las deshumanizadas mascarillas de forajidos de westerns de serie B. Y la supervivencia seguirá sin hacernos mejores, porque las derrotas sólo endurecen las corazas de los latidos y tensionan los rostros hasta la inexpresión de la más básica humanidad.


Y así un hombre cualquiera sigue buscando la suerte de un trébol de cuatro hojas, de la cara acuñada de una moneda extraviada o del principiante ante una nueva partida un año después.

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