jueves, 14 de abril de 2022

Lo alegórico de abril

Un hombre cualquiera pasea por Sol, mientras los manifestantes republicanos se aglutinan para conmemorar el 14 de abril.


Entre los asistentes, la mirada se posa sobre una mujer de ojos grandes malvas, pelo rizado castaño y labios carnosos carmesí. Al hombro izquierdo sujeta con el brazo flexionado y el puño cerrado al mastil de madera tallado, hasta teñirse con el blandir tricolor por la brisa de la libertad. Su rostro perfilado y alegre con una belleza sempiterna de miss de los años treinta, podría pasar por musa para la alegoría republicana. La mente imagina que quizá su abuelo era artista de óleo y pincel y que su abuela, de la que heredó genética y porte, fue la inspiración de un tiempo de esperanza y progreso.


El don de color y pinceladas del abuelo habría ideado la fraternidad y el sentido común, frente al duelo de odio y sinrazón de los garrotazos. Y Torrijos no habría posado taciturno frente al pelotón de fusilamiento. En su lugar, una mesa habría servido de asiento a barretinas, alzacuellos, chisteras, marciales medallas, fajines goyescos y pesadas coronas. Y la humanidad habría negociado una salida democrática, justa y pacífica a la barbarie. Quizá así la influencia de los valores republicanos habrían brotado entre las divisiones sociales para florecer cada 14 de abril, sin miedo al blanco y negro del terrror de Guernica y de los retratos ecuestres que pudrieron el porvenir.


Y así un hombre cualquiera inmortaliza en la memoria inspiraciones republicanas a plena luz del sol.


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