lunes, 18 de abril de 2022

Lo feliz de los paisajes

Un hombre cualquiera mira por la ventanilla del tren que le dibuja Nueva York en el paisaje.

Lo acolchado de los asientos son incapaces de tranquilizar las ganas de llegar. A babor y estribor, el tren va definiendo con su progresivo traqueteo los monumentos del skyline. El puente de Brooklyn, el edificio Chrysler, la sede de la ONU… la velocidad parece aminorarse para colorear el azul del Hudson, lo verde del Central Park o lo amarillo de los taxis. Y la brisa que sopla la estatua de la libertad blandea las banderas para iluminar con sus estrellas la ciudad.

Codo con codo, el maño ilustrado es el artífice de perfilar y teñir los paisajes del viaje. La felicidad la imagina en la tripulación de equilibristas, domadores y payasos, que atestan las ventanillas. La libreta de dibujo enmarca la meta con un Empire State, que roza la celestial cúpula con la yema de los dedos de King Kong. Inmenso, peludo y cinematográfico, que abraza a su rubia, made in Hollywood. Los recuerdos los enmarcan con passepartout para anotar lo vivido negro sobre blanco. Al calor de sus bocetos con imágenes geométricas que encajan, perfectamente, en los recovecos de la memoria.

Y así un hombre cualquiera admira la maña de los artistas que inmortalizan lo feliz de los viajes.

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