lunes, 7 de enero de 2013

Lo soleado de las tramas



Un hombre cualquiera descubre una soleada mañana de invierno al otro lado de la condensada ventana del salón.

Los cristales se convierten en potentes focos de cine que iluminan las inventadas tramas del día a día, propiciando la oxigenada fotosíntesis de la panda de bambús. Los protagonistas son espectadores, al mismo tiempo, sin guión ni script que solucione los saltos de eje o los fallos de raccord. Y aún así, la audiencia responde a pesar de girar del drama a la comedia con sus momentos de terror, al asomarse al balcón con facturas de la realidad, o de western, frente a los duelos de ruleta rusa para ganarse el futuro libre de impuestos.

La improvisada dirección de actores se desenvuelve, en un atrezzo sin trampa ni cartón, como un entrelazado puzzle bajo las indicaciones de Cesc Gay. Cada historia aporta su pieza sin instrucciones ni manual, pero descubre cada personaje a través del reflejo que provoca en el protagonista. Y, al final, los desenlaces levitan en la memoria, hasta resolverse a través de una elipsis,  que cuadra sobre el círculo del punto y final. 

Y así un hombre cualquiera esculpe un the end sobre el vahó de la ventana cuando el soleado foco se apaga con el paso al azuloscurocasinegro.

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