lunes, 29 de abril de 2013

Lo fotografiado de la suerte

Un hombre cualquiera observa un otoñal ataque de gravedad sobre la ajada y amarillenta hoja del mes de abril, que se desvanece antes de chocar contra el suelo.

"La vida pasa como un huracán" escurriéndose a borbotones entre las manecillas de los grilletes del tiempo. Por ello, no hay que denunciar ¿quién me ha robado el mes de abril?, sino convertirse en ladrón de calendarios para deshojarlos con nocturnidad y alevosía, huyendo de las podadas del fracaso con el espíritu del elixir de la juventud.
A pesar de errar en las quinielas, debemos tentar la felicidad con la suerte del fotógrafo, que retrata momentos únicos contra el alzheimer, al accionar por enésima vez el disparador frente al mismo escenario. Pero, sólo en ese enigmático instante la felicidad se muestra en todo su esplendor, parando el tiempo y el tráfico con un suspiro profundo y quedo. Al final, contra toda lógica fotográfica las mejores instantáneas son aquellas que se pierden al velarse los carretes, porque se convierten en recuerdos enaltecidos por el filtro del tiempo.

Y así un hombre cualquiera se siente como un niño con zapatos cuando su ingrávida mirada asciende hasta un mayo recién pintado y por estrenar

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