Un hombre cualquiera sobrevuela en globo aerostático las fechas imborrables sobre los primeros granates, ocres y tostados otoñales.
Algunas vueltas al mundo duran mucho más de 80 días. Las fotografías que rellenan los álbumes se convierten en postales de viajes en el tiempo con los momentos atesorados por la memoria. A vista de pájaro los aviones de papel describen con su estela mensajes invisibles sobre la línea del horizonte. Y, de repente, un manojo de globos lanzados a la inmensidad se pierde en la negrura de la noche, hasta convertirse en deseadas estrellas fugaces.
Y así un hombre cualquiera toma tierra, como cada 12 de
octubre, para conquistar nuevas promesas.
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