lunes, 26 de julio de 2021

Lo literario del Brexit

Un hombre cualquiera saca del congelador la terrorífica biografía del vampiro de Bram Stoker.

El carmesí pintalabios enmarca su sonrisa, su vestido mostaza aliña sus curvas y lo anaranjado del atardecer se refleja en sus gafas. Camino de la cita, la ciudad parece engalanada para la ocasión. El tungsteno de las bombillas le chisporrotean en el rabillo del ojo. Sin imposibilitarle fijarse en la pareja que conversa, ajena a su contraluz sobre el horizonte, en la cubierta de su barco. The little Mary I. Quizá deciden sobre su próximo viaje o hartos del vaivén de la vida marinera hablen sobre el precio del barco para poner los pies en la tierra. Por el paseo, el rítmico taconeo de sus zapatos de tacón se encamina a la Torre de Londres. Al pasar a la altura del beefeater, acciona una ridícula mueca para desconcentrarle. Nada, ni un leve respingo, le perturba su semblante inglés.

'Home', Ana Arias
'Home', Ana Arias


Una suave brisa refresca el atardecer Támesis arriba. Y los últimos rayos iluminan las últimas ramas del Sky Garden. Desde donde un grupo de turistas españoles se fotografían para la posteridad con una Polaroid comprada en el mercado de Camden. Ella sigue su camino cruzándose con una réplica de María Bolena, que le hace decidirse por la bebida que pedir al llegar al pub. Un blody Mary, por favor. Sentada en la mesa con su sangrienta bebida, saca su ejemplar de Drácula, entrando en el castillo con solo abrir por la página marcada. Frente a ella, el paso de una sonriente y pelirroja Lucy de pelo corto y vestido blanco impoluto le hace guardar el libro en el bolso de sopetón. Ella le sigue con la mirada, perdiendo de vista la puerta de entrada, desde la que se cuela sibilinamente un Gary Oldman sin chistera y sin mácula del tiempo. Ella disimula su sorpresa con una sonrisa nerviosa y tras una breve conversación protocolaria, intercambian firmas y cheques. Y acaban su tenso encuentro con despedidas negociadas, al estilo Brexit, y deseos de un buen viaje de vuelta a Rumanía.

Y así un hombre cualquiera ante el constante ataque de los sanguinarios mosquitos al anochecer devuelve el libro al fondo del congelador.

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