sábado, 11 de septiembre de 2021

Lo esperado de la felicidad

Un hombre cualquiera aparece enfundado con traje gris y bombín frente a la Peregrina.


Septiembre otoña las postrimerías del verano y Ravachol se aferra a su plumaje ante un sol cada vez más lejano y más alto. Sobre los adoquines, la vida pasa como un huracán y coloca un punto y seguido, acompañado por propios y foráneos. El acento de los descendientes de Breogan se entremezcla con la sureña fala de los herederos de los conquistadores. Un mestizaje propio de los tiempos de las conquistas, pero sólo con afán festivo y de confraternidad. Esbozos materializados de mater España.


Los granos de arroz de las nupcias estrenadas se lanzan al firmamento convertidos en estrellas fugaces con estelas de deseos cumplidos. Lo esperado de la felicidad y lo feliz de lo esperado. La celebración se siente a siete leguas a la redonda y olvida a las manecillas que escalan a las diez, a las once, las doce y la una. Las dos y las tres. Y las noches de boda ponen de moda el corazón para que nunca se ponga la luna de miel.

Y así un hombre cualquiera se sorprende rodeado de réplicas con bombín y traje gris tras mudarse al barrio de la alegría.


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