domingo, 1 de mayo de 2022

Lo indispensable de lo materno

Un hombre cualquiera recuerda que su primera palabra fue, indudablemente, mamá.


Cada madre esboza y dibuja la maternidad con las pinceladas con las que colorean la cotidianidad. Hay madres que inventan cuentos de hadas dentro de castillos de arena en su playa favorita. Hay madres que enseñan la cultura ancestral "da costa verdecente, ao raio transparente do prácido luar". Hay madres que se visten de violeta para igualar el rosa y el azul que estigmatiza la sociedad. Hay madres que encajan con fruición las piezas de los puzzles para enseñar que todo tiene su lugar y orden. Hay madres que suben a las murallas para otear el horizonte que conquistarán sus pequeños guerreros. Hay madres que imparten justicia equiparando los pesos en la balanza dorada de su despacho. Hay madres que remarcan el familiar acento de sus palabras para convertirlos en sabios consejos para compartir. Hay madres que imparten liberté, igualité y fraternité con la maestría de Delacroix. Hay madres que pintan flechas amarillas para señalar los caminos más allá del fin del mundo. Hay madres que economizan el paso marcial del tiempo para disfrutar de la felicidad.

 

Todas estas maternidades se sustentan en las prolijas enseñanzas de las madres que nos parieron. Las que nos enseñaron que las caricias sanan sin necesidad de una ilegible receta médica. Las que colorean de carmesí las plumas de las felices perdices. Las que idean platos horneados con la gloria del hogar. Las que disfrazan con soluciones de súper heroínas los imprevistos del día a día. Las que guardan el ingrediente secreto de la masa madre. Las que inmortalizan los recuerdos de los meses, que se escurren entre los manecillas del reloj. Las que inventan acolchados sueños en pijama sobre un cómodo rebaño de ovejas. Y que acaban definiendo lo materno que las hace indispensables.


Y así un hombre cualquiera recuerda que no solo el primer domingo de mayo es el día de la madre.

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