domingo, 15 de mayo de 2022

Lo goyesco de los carteles

Un hombre cualquiera se encamina con chaleco, gorra, un clavel ajado en la solapa y un retoño en cochecito, junto a la soñadora en pijama a la pradera.

El autobús urbano avanza por la avenida con las alforjas llenas, tras dos años sin celebración. Los cuatro gatos se han multiplicado, ataviados con mascarilla, gel hidroalcohólico y lunares y pata de gallo. Al llegar a la parada de la plaza de Marqués de Vadillo, el alborozo se eleva sobre los adoquines al ritmo del desamordazado organillo y con el recuperado aroma de cerveza castiza y de importación. Lo ventoso de marzo y lo lluvioso de abril ha hecho brotar lo celebrado de los claveles, nardos, violetas y madroños sobre la engalanada pradera. El paseo sigue contando con un carril de ida y otro de vuelta para ordenar a propios, extraños, turistas y habituales. Entre ellos, Lili, tras sus gafas de sol y los lunares de su mascarilla, se agarra del tatuado brazo de Néstor, ataviado con gorra y clavel carmesí en la solapa. Vistos desde atrás podrían ser los protagonistas del cartel de 2022. Ambos son guiados por Rocín, y por Flaca, una galga adoptada para acompañar y aumentar la familia. Las dos mascotas lucen unas correas chulapas, rosa de topitos blancos, para él, y, de blanco y negro, para ella. Originalmente eran al revés, pero las medidas se cruzaron en la mesa de costura. Al alcanzar el primer resquicio de pradera con sombra, los cuatro se lanzan al verde, ya que el paseo desde su carabanchelera guarida del dragón ha sido largo. Bajo otra sombra y sobre otro césped, Victoria y Almudena han ideado una pradera vallecana en los jardines de la residencia de ancianos, aunque sin vistas al goyesco skyline madrileño. Mesas y sillas hacen las veces de toallas y manteles para celebrar junto a los residentes al ritmo de chotis y con algún exceso en la dieta. Todos los mayores van con una de las mascarillas con sonrisa, que Victoria diseñó contra la tristeza por la ausencia de los que no llegaron a la vacuna.

El rumor de las campanadas del mediodía se silencia por el traqueteo del carrito de Vera por el puente de Toledo, empujado por la alegría de Gloria y María. A diferencia del año pasado, ya se escucha el ambiente de la pradera. Las madres se encaminan al local de Izquierda Unida para inmortalizarse junto a Vera en el lugar donde se conocieron. Después se perderán entre el gentío en busca de una estampa goyesca con sombra, recuerdos y rosquillas. Y éstas las conseguirán en el puesto de Manuela, que lleva desde las ocho en la pradera. El ambiente de la fiesta parece rejuvenecerle de sus 74 vueltas al sol. Ajena a su edad, sin altavoz pone el grito en el cielo para llamar a curiosos y paseantes a la compra para de sus dulces. "¡Sabor a infanta, Cristina o Elena, para endulzar al niño y a la nena!" Al calor de los chascarrillos los paquetes de listas y tontas van vendiéndose entre el personal. Bajo la mesa, junto a ella, enrollado con sumo cuidado y dentro de su cilindro de cartón el cartel de San Isidro 2022. El nuevo ejemplar será parte de la exposición de Manuela: lo chulapo de los carteles; que prepara con una inusitada ilusión para el próximo año.    

Y así un hombre cualquiera brinda con la emperatriz berciana por volver a celebrar las fiestas sentados al lado de los amigos de siempre de la pradera bajo la sombra de los madroños; protagonistas de un cuadro de Goya.




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