domingo, 2 de octubre de 2022

Lo enrojecido de octubre

Un hombre cualquiera visita los puestos de fruta del Mercato Trionfale.


El trajín de la mañana se alimenta de mozos cargados con cajas de frutas, el público con bolsas y carros de la compra y los turistas pasean la normalidad romana. Los puestos de frutas se llenan de naranjas, granadas y, curiosamente, de melones. El verano ya era un recuerdo en terrazas y calendarios. Pero aún se saborea en desayunos, comidas y cenas, según una campaña comercial que anima al consumo de aquella fruta en familia. La recomendación de la cartelería lucha contra la creencia popular. "El melón por la mañana oro, por la tarde plata y por la noche mata". Y, también, contra la extendida creencia católica, ya que los pontífices Pablo II y Clemente VIII murieron por la ingesta de esta fruta en su última cena.


Sin embargo, los consumidores del mercado llenan, en al menos el cincuenta por ciento de los casos, sus despensas con melones. Quizá dicha ingestión inconsciente no les inquieta. Pero, por mucho que busquen en aquellos melones de piel de sapo, las amas de casa, los jubilados y los parados no encontrarán más que al Príncipe de Maquiavelo, conspirando por destruir una democracia que había enterrado a oxidados dictadores depuestos.


Y así un hombre cualquiera compra granadas para atrincherarse en lo enrojecido de octubre.

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