jueves, 29 de diciembre de 2022

Lo inconfundible de los extraordinarios (9º caso práctico)

Un hombre cualquiera tiene la innata capacidad de toparse con humanos extraordinarios y hombres inconfundibles entre una kilométrica chimenea sin el deshollinador de Mary Poppins y la meta de un kilométrico camino sin Forrest Gump.


Los mejores momentos de la vida se pueden esbozar en coloridas viñetas repletas de onomatopeyas y diálogos agazapados en bocadillos. Y el más indicado para administrar este tesoro es el coleccionista de cómics. Su alma de súper héroe cuenta con la fuerza de Hulk, el envidiado pelazo de Lobezno, la doble identidad tras las gafas de Superman, la elegancia en pijama de Spiderman y el estilo y porte de Batman. Su armario se nutre de tantos disfraces, marca Ibáñez, que podría sustituir a Mortadelo en las escenas de riesgo de la T.I.A. Y sin genética nórdica comparte con Thor su exquisito gusto por el perfume. Y, sin duda, la Liga de los Hombres Extraordinarios nunca estará completa sin su presencia.


A veces la vida se guioniza, sin intercesión de Hollywood, con los tintes de una comedia romántica. Y así protagonizar un remake de Friends a un rellano de distancia con la alquimista de Valdoviño, hasta comer felices un estupendo estofado de perdices. Más tarde, al más puro estilo de Disney, un hada madrina aparece para concederles la felicidad que se dibuja en sus sonrisas en las instantáneas. Y seguro que estarán preparando alguna superproducción para que la disfrutemos en pantalla grande con una historia basada en lo detallado de Amelie, lo atemporal de Regreso al futuro y lo aventurero de Jumanji.


Y así un hombre cualquiera colecciona lo imaginativo que caracteriza a lo inconfundible de los extraordinarios.



Y aquí se reúne lo inconfundible de los extraordinarios:

El mafioso polaco

El tertuliano de las antípodas

El buenhumorado sureño

El arquitecto de utopías

El sosegado rebelde

El dueño del bigote

El fan de los festivales

El compositor de los vuelos


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