jueves, 5 de enero de 2023

Lo estrellado de las vísperas

Un hombre cualquiera se sienta en uno de los bancos de la ciudad mágica y sintoniza la radio en la mañana de la víspera de reyes

El invernal sol abriga la estancia entre navideños pinos y decorativas piñas. Más allá, la ciudad sigue adornada para la esperada visita de la próxima noche. Mientras tanto, la espera se disimula con lo laboral del trajín, lo envuelto de los regalos y lo coronado de los roscones. La magia se cuela en la cotidianidad. A escasos metros, el trote del caballo de un templario se confunde con el traqueteo de las idas y venidas del ferrocarril. Y hasta parece intuirse el aroma de alguna locomotora a carbón, que surca el valle camino del Atlántico o, quizá, tierra adentro, más allá de lo rojizo del paisaje.


Las ondas radiofónicas se fueron colando entre las costuras de la tradición bíblica para coser con nuevos retales el relato de la epifanía. Y el acervo popular fue sumando, junto al oro, el incienso y la mirra, la plenipotencia del embajador Chalupa. Y, año a año, los consejos del mago amainan los nervios de los pequeños bercianos ante la visita oriental. Chalupa, tiznado de hollín y cargado de ilusión, recuerda a los pequeños la puntual hora de la cabalgata y la temprana hora para conciliar el sueño. El mago se despide de los oyentes, como lo hará al desfilar en último lugar para desear a Melchor, Gaspar y Baltasar un mágico y estrellado peregrinaje. 


Y así un hombre cualquiera acudirá en la víspera a la cabalgata y se acostará temprano como aconseja el mago.

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