domingo, 23 de abril de 2023

Lo manuscrito del papel

Un hombre cualquiera se despierta con la ilusión de la mañana de reyes al calor de Sant Jordi.

Los magos de San Jorge no decoran sus sienes con corona, ni viajan a lomos de camellos y, tampoco, provienen del exótico Oriente. Visten literaria gorguera, viajan a lomos de plumas que repostan en tinteros y provienen del mismísimo harem de las musas. Sus presentes valen más que el oro, embriagan el alma sin necesidad de incienso y cicatriza heridas con más precisión que la mirra. La mañana del 23 de abril no se envuelven los regalos, porque lo más deseado es lo manuscrito del papel. Y, como mucho, se incluye una rosa que hace las veces de marcapáginas para perfumar la lectura y pinchar la emoción que nos recuerda que seguimos vivos.


Cervantes, Garcilaso y Shakespeare marcaron a fuego la fecha de la celebración de los libros y las hojas escritas aletean, desde entonces, entre las manos de los lectores para impresionarles con el mitológico vuelo de los dragones. La imaginación de los escritores alumbra las mentes que leen lo que ellos han escrito para disipar la oscuridad de los horizontes.


Y así un hombre cualquiera transmite la epifanía de los libros para imaginar más historias reales y experiencias ficticias.

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