viernes, 14 de abril de 2023

Lo recordado de abril

Un hombre cualquiera pasea por su calle entre lo rojizo del carril bici, lo amarillento del sol primaveral y lo morado de las últimas lilas.


Los contundentes copos de cordura constatan lo constante de la cotidianidad. Y la monotonía se amontona entre los momentos que memorizan lo monitorizado de los movimientos. Pero, entre las costuras de la realidad brotan semillas del pasado. Estos recuerdos se petrifican en los homenajes de las estatuas, se anillan en los troncos de centenarios árboles y se verbalizan en lo nombrado de las calles. 


Al llegar a la plaza el sol reluce sobre la placa y una pequeña brisa silba con el improvisado ritmo que inspira al cantante que le da nombre. El melodioso repicar de las tazas de café y lo deportivo de los himnos retumban entre los alféizar de las ventanas, lo cóncavo de la fuente y lo teclado de las tejas. Bajo la placa, un cartel conmemora lo tricolor de abril al explicar que la plaza ha ido cambiando de nombre según el blandir de los tiempos. Desde el Gran Visir que recordaba lo árabe de los orígenes de la población, que germinó de la propia tierra. De la que nacieron los hijos que despuntaron hasta merecerse una plaza. Más tarde, los señores de la guerra echaron a patadas la cordura hasta imponer la sinrazón del ¡muera la inteligencia! Pero, el ritmo marcial caducó cuando la cultura popular volvió a brotar de las urnas.


Y así un hombre cualquiera entiende que la historia son claroscuros que construyen el futuro, sabiendo de dónde venimos.

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