viernes, 21 de julio de 2023

Lo velado del anochecer

Un hombre cualquiera pasea por Madrid entre febriles termómetros sin mitones, ni guantes.

La ciudad aprovecha para restaurarse y reformarse con antelación a que los árboles se deshojen por la gravedad terrenal. Los andamios, las vallas y los conos se multiplican como una invasión silenciosa de curris exiliados de Fraggle Rock. Los montones de arena y las pilas de adoquines convierten las calles en un apocalíptico escenario para una batalla campal.


Y las fachadas de los edificios se cubren con inmensas lonas y al filo del anochecer. La ciudad se prepara para una nueva velada de boxeo. Los contendientes han empapelado farolas y paredes con sus fotografías para buscar apoyos ante la pelea. El calor del verano perla sus ideas ante unos rostros quemados por un cambio climático sin atajar. Unas calles más abajo, un candidato con dos lados derechos de su cara se conserva ante los elevados grados políticos y centígrados. En la misma dirección, la fábrica de monstruos alertan de lo peligroso de las monstruosidades. Y, sin aerosoles, una incestuosa réplica del beso entre hermanos muestra lo estrecho de las fronteras. A la vuelta de una avenida, a pleno sol, se desdibuja una futurible dicotomía del technicolor al temible blanco y negro.


Y así un hombre cualquiera introduce su entrada para la velada en el sobre antes de votar sobre su futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario