lunes, 11 de octubre de 2021

Lo inmortalizado de los viajes

Un hombre cualquiera sobrevuela en globo aerostático la hoja de octubre del calendario, salpicada de un otoñal y festivo color granate.

Algunas vueltas al mundo no solo duran 80 días. El tungsteno de las bombillas y los bordados banderines convierten cada rincón en una nueva postal de recuerdos por latir en la maleta de madera. A vista de pájaro los deseos planean en plegados aviones de papel hasta teñirse en deseados pájaros rojos con almas de estrellas fugaces. Y de repente, un manojo de globos, reflejan sus destellos en mitad de la noche para estrellar el firmamento.

Superando el vértigo, que te enseñan las horas de vuelo, el paisaje adquiere un estampado otoñal entre castaños y viñedos. Allí abajo un encarnado 600 parece buscar las instantáneas de verano, al ritmo de Abba, en un plano consecuencia de la felicidad atesorada al calor de los años. Las coordenadas suman sus cifras sobre las anotaciones de los cuadernos de bitácoras y los pliegues de los mapas, porque la vida calcula rutas inescrutables hasta alcanzar una nueva meta sobre el horizonte junto a la soñadora en pijama.

Y así un hombre cualquiera toma tierra, como cada 12 de octubre, para inmortalizar la felicidad.

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