Un hombre cualquiera recurre a la
despensa a media tarde para endulzar la hora en que Manolete estrenaba la
muerte tras la cultural tortura.
Las meriendas acaban convirtiéndose
en esas vacunas de recordatorio contra el hambre, inyectados con sabor a pan en
la infancia. En la hora que los comercios elevan la trampilla, las teteras
resuenan en las anglicanas cocinas y cuando los parques se silencian ante la famélica
pausa, un hombre cualquiera asalta reconstrucciones de ingredientes y mezclas
de sabores en el eterno ayuno entre el almuerzo y la cena.
Más allá de un piscolabis alimenticio,
una soñadora en pijama no riza el rizo, sino que eleva la merienda al grado de culinaria
delicatesen de record guinness. Sus imaginativas invenciones convierten la
amargura en dulce y sobre todo consigue la dulcificación de lo amargo como
pretexto para convertir lo imposible en un pantagruélico manjar para los
agnósticos de las recetas rocambolescas. Al final acaba colonizando sabores
desconocidos para el paladar, el alma y el corazón de un hombre cualquiera.
Y así un hombre cualquiera
descubre durante la merienda lo dulce de la cerveza que hornea una soñadora en pijama.
Imagen de los cupcakes de chocolate con guinness y frosting de caramelo cedida por Ideas al horno
http://www.ideasalhorno.com/2012/09/cupcakes-de-chocolate-con-guinness-y.html
Imagen de los cupcakes de chocolate con guinness y frosting de caramelo cedida por Ideas al horno
http://www.ideasalhorno.com/2012/09/cupcakes-de-chocolate-con-guinness-y.html
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