jueves, 17 de enero de 2013

Lo disimulado de los boomerang



Un hombre cualquiera disimula las arrugas de la pereza sobre la mejilla cuando se lanza a la realidad con bufanda y café.

Una invernal noche de enero, a mitad de semana, sirve de excusa para un período de entreguerras en el sofá. Ahuyentadas las vacas flacas, las provisiones del pasado temporal desaparecen frente a las historias inventadas que rellenan la infelicidad de la realidad. Sin duda, nuestras vidas se pierden en el prime time con las vidas de otros, aburridos de nuestros pensamientos con forma de boomerang de ida y vuelta.

Así, los vuelos sin motor, que el cine y la televisión nos regalan, nos proporcionan descanso y perspectiva para retomar la realidad. Y si en la peor de las circunstancias llegas tarde a la sesión o la tormenta ha cortado la emisión, lo mejor será que contrates un equipo de guionistas para no suspender el rodaje de tu biopic con emisión en tiempo real.

Y así un hombre cualquiera amortiza la vida entre las pesadillas en mitad del día y los sueños sobre la almohada al anochecer.

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