Un hombre cualquiera tiene la
innata capacidad de toparse con seres extraordinarios y personajes
inconfundibles entre las ilustradas cafeterías del centro y las vertiginosas
terrazas del Machu Picchu.
La más básica nimiedad o la mayor
cumbre filosofal se pueden debatir desde su detallada visión miope, pero
acertada de la realidad; coloreándose sobre un infinito abanico de grises. El
caso más empático sobre la elevada repercusión de los detalles está
representada por el tertuliano de las antípodas. Se podría definir como un
enemigo público de la algarabía en grito, ya que gusta de los sitios donde el
ruido es un rumor de compañía, como la diseñada decoración de muebles y
alfombras, propiciando un templado silencio artificial que alimenta las
conversaciones y devenga en la argumentación reflexiva, valga la redundancia.
El tertuliano de las antípodas se
nutre de las culturas que visita, asimilando tradiciones y costumbres, que traslada
de lo exótico a lo cotidiano con detalladas enseñanzas para aplacar la vírica ceguera
racista. Así, se convierte en un altruista ciudadano internacional que se
preocupa, tanto de la micro como de la macro-realidad, sin distinción de que
ocurra en el descansillo del portal o al otro lado de cualquier océano o
cordillera. Y, todo ello, gestionado con la sibarita inteligencia de quien
aprovecha las oportunidades de cada tiempo.
Y así un hombre cualquiera
aprovechó su potencial facultad para participar en las conversaciones que
caracterizan a lo inconfundible de los extraordinarios.
Descubre más inconfundibles extraordinarios de la mano de un hombre cualquiera:
http://bloghombrecualquiera.blogspot.com.es/2012/09/lo-inconfundible-de-los-extraordinarios.html
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