lunes, 22 de octubre de 2012

Lo inmaterial de las herencias



Un hombre cualquiera se topa inesperadamente a la puerta de una notaria con un grupo de enlutados familiares sin lágrimas en los ojos y con los bolsillos a la espera de un efímero botín metálico . 

Las herencias son el traspaso del esfuerzo y la dedicación de los antepasados a los que viene detrás o miran hacia adelante, según se mire. Estos objetos heredados pueden ser valiosos y reportarnos ganancias inesperadas o pueden contener riquezas tan enormes que sólo las disfrutan quienes los poseen, por el simple hecho de que otros los hayan tenido antes. Pero más allá de los objetos, hay inmaterialidades de incalculable valor que nunca serán heredadas. 

El ser humano puede gozar o sufrir con sus sentimientos, dolores, sueños o pesadillas; pero aunque nos marque de por vida, todo ello será como objetos que nunca tuvimos. Porque nuestras experiencias no podrán ayudar a aquellos que no las han vivido, ya que las explicaciones nunca oprimen como los grilletes de los hechos sobre la carne. Se nos obliga a apropiarnos egoístamente de lo que la vida nos aporta inmaterialmente, ya que es el interés que debemos pagar por disfrutar de sus pingües beneficios.

Y así un hombre cualquiera observa la transformación de los sufridos plañideros del ayer en insaciables pirómanos de las chequeras ajenas.

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