Un hombre cualquiera reconoce entre el gentío de los Campos
Elíseos, en las imágenes del Telediario, a Fermín y Margot durante el desfile
del 14 de julio.
La pequeña Amélie no conseguía parpadear al ver aquel
despliegue de soldados, tanques y tambores frente a ella. Fermín y Margot
acentuaban la continua sorpresa de la pequeña al señalarle elementos que se le
escapaban de su vista. De repente, un hombre salido de ‘Regreso al Futuro’,
Franky Zapata, se alzó sobre una plataforma por encima de sus cabezas. Los tres
se quedaron boquiabiertos con aquel hombre sin alas y que parecía haber
alcanzado un tecnológico nirvana. Aún sin salir de su asombro, la pequeña se
distrajo con el lejano ruido de unos motores. Entonces cogió a su padre por el
mentón para enseñarle lo que había descubierto. Cazados al vuelo por su
miradas, el cielo se tiñó con la tricolor francesa por el paso de la patrulla
acrobática. Margot aprovechó para fotografiarles justo en el momento que los
aviones sobrevolaban sobre cabezas. Una instantánea improvisada que quizá no valdría
un Pulitzer, pero que enseñarían con tanto orgullo como Nicéphore Niépce con su
primera fotografía.
El desfile acabó cansando a la pequeña y decidieron
abandonar sus posiciones hasta perderse sobre los adoquines de París. Encontraron
asiento y alimento en una pequeña terraza perdida entre Montmartre y el Pompidou
. Allí la pequeña soñó una siesta; mientras sus padres aprovecharon para hacer
una videollamada a la familia pamplonica que agotaba el último día de
sanfermines. Después del parte del encierro y las anécdotas del desfile se
despidieron con un ‘Vive Le France’ y un ‘Gora San Fermín’. Fermín nostálgico
por la lejanía de Pamplona miró a Margot, que le entendió sin soltar una sola
palabra. Tras el largo día acabaron cansadísimos en el hotel durmiendo los
tres, pero a las doce menos cinco el teléfono móvil de Margot comenzó a vibrar.
Se levantó automáticamente y despertó a Fermín para llevárselo al balcón. Allí
le anudó el pañuelo rojo al cuello y juntos susurraron el ‘Pobre de mí’.
Y así un hombre cualquiera aprovecha la casualidad para dejar
el Tour de Francia y dejarse llevar por la siesta hasta atravesar la meta en
Broude.
¿Y qué ocurrió otros 14 de julio?
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