domingo, 14 de julio de 2019

Lo vitoreado de las nostalgias


Un hombre cualquiera reconoce entre el gentío de los Campos Elíseos, en las imágenes del Telediario, a Fermín y Margot durante el desfile del 14 de julio.

La pequeña Amélie no conseguía parpadear al ver aquel despliegue de soldados, tanques y tambores frente a ella. Fermín y Margot acentuaban la continua sorpresa de la pequeña al señalarle elementos que se le escapaban de su vista. De repente, un hombre salido de ‘Regreso al Futuro’, Franky Zapata, se alzó sobre una plataforma por encima de sus cabezas. Los tres se quedaron boquiabiertos con aquel hombre sin alas y que parecía haber alcanzado un tecnológico nirvana. Aún sin salir de su asombro, la pequeña se distrajo con el lejano ruido de unos motores. Entonces cogió a su padre por el mentón para enseñarle lo que había descubierto. Cazados al vuelo por su miradas, el cielo se tiñó con la tricolor francesa por el paso de la patrulla acrobática. Margot aprovechó para fotografiarles justo en el momento que los aviones sobrevolaban sobre cabezas. Una instantánea improvisada que quizá no valdría un Pulitzer, pero que enseñarían con tanto orgullo como Nicéphore Niépce con su primera fotografía.

El desfile acabó cansando a la pequeña y decidieron abandonar sus posiciones hasta perderse sobre los adoquines de París. Encontraron asiento y alimento en una pequeña terraza perdida entre Montmartre y el Pompidou . Allí la pequeña soñó una siesta;  mientras sus padres aprovecharon para hacer una videollamada a la familia pamplonica que agotaba el último día de sanfermines. Después del parte del encierro y las anécdotas del desfile se despidieron con un ‘Vive Le France’ y un ‘Gora San Fermín’. Fermín nostálgico por la lejanía de Pamplona miró a Margot, que le entendió sin soltar una sola palabra. Tras el largo día acabaron cansadísimos en el hotel durmiendo los tres, pero a las doce menos cinco el teléfono móvil de Margot comenzó a vibrar. Se levantó automáticamente y despertó a Fermín para llevárselo al balcón. Allí le anudó el pañuelo rojo al cuello y juntos susurraron el ‘Pobre de mí’.

Y así un hombre cualquiera aprovecha la casualidad para dejar el Tour de Francia y dejarse llevar por la siesta hasta atravesar la meta en Broude.

¿Y qué ocurrió otros 14 de julio? 

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