domingo, 29 de abril de 2012

Lo humeante de los cuadros


Un hombre cualquiera observa intrigado los retratos de la recepción, mientras un botones le sube la maleta a la habitación y el aroma de la cafetera le hace encallar en la cafetería cual canto de sirena.

Así, un hombre cualquiera disfruta en plena primavera del turismo de invierno, acomodándose en un artístico hostal de la capital. El mal tiempo le hace quedarse en las estancias confraternizando con los  huéspedes que destacan por su carácter variopinto y peculiar. Un hombre cualquiera les observa ensimismado por creerles carne de tintura para un lienzo, todo ello ambientando por una humeante pipa que se han dejado en la mesa central. En el café del hostal comienza una acalorada discusión, entre bohemias copas de vino, sobre el método cartesiano entre varios comensales y el estudiante de Heidelberg.  Junto a la ventana destaca un cuadro por el tamaño del elefante, escondiendo a una joven pareja de recién casados que preparan su luna de miel en Portugal. 

Mientras la solitaria barra sirve de cocina improvisada para dos tertulianos que dirimen sobre el punto de cocción de los crucifijos antes de irse a escandalizar a propios y extraños con una serenata nocturna. El bullicio de la estancia se eleva con las sonoras risotadas y comentarios de unas peculiares parejas formadas por mujeres con vestimentas y tocados de fallera y unos acompañantes con sombrero y mocasines, que se asemejaban a los gánsters de la banda de Botines en la convención anual de amigos de la ópera. Y al final la noche se ahoga en brazos del Kaiser, cuando los individuos se retiran a sus habitaciones.

Y así, de camino a su habitación,  un hombre cualquiera sufre el inexorable avance de las agujas del reloj, asimilando la máxima de su inscripción 'tempus fugit'.

1 comentario:

  1. Excelente "boullabaise"o cocido madrileño el redactado/consumido por este hombre cualquiera que ha comprendido lo inexorable del paso del tiempo.
    Seguramente este hombre ha comprendido también, en la soledad de su habitación,que el tiempo no es un valor absoluto y que , según la relatividad general de Einstein, se convierte en algo tan aleatorio como el principio de incertidumbre de la teoría cuántica. Nada hay seguro ni cierto, solo que , por fin, el universo se expande desde el Big Bang hasta el también inexorable Big Crunch.El punto de cocción de los crucificos carece por lo tanto de gravedad.

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