martes, 27 de marzo de 2012

Trilogía 'Lo paradisiaco de lo viajado I': Lo purificante del agua


Un hombre cualquiera entona a Castelao y Rosalía cada dos por tres, seis, para no convertir en vaho las imágenes de experiencias y vivencias a orillas de una ría o a la sombra del botafumeiro.

Allá, allí, ahí... Un hombre cualquiera se empapó por nuevas ideas, horas felices, conocimientos catedráticos y sobre todo por el agua, mucha agua. El agua que purificó cuerpo y alma para inmiscuirse en nuevos caminos donde engañar a la santa compaña, mientras se recorría los dominios de Breogan desde las burgas a la verdura sin saber si subía o bajaba. 

Todo ello a través de un tono que convierte en cuestionamiento lo incuestionable y humedeciendo hasta el último 'recuncho' del alma entre malas y pécoras compañías. Mientras un hombre cualquiera sufre una precoz morriña antes de un exilio con billete de vuelta para despedirse. Y al volver el cielo seguía encapotado pero lleno de estrellas, mientras a ras de suelo los días iban marcándose a golpe de croque en la memoria.

Y así un hombre cualquiera vivió lo paradisiaco en el abismo donde el mundo dicen que se acaba, pero dónde realmente para él comenzó...

2 comentarios:

  1. El agua, aun viniendo empapado, se mete hasta los huesos.

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  2. q poeta q estás hecho Deivit! Cuantos recuerdos y sentimientos mios evocas tb :). Q morriña de aquellos años me entró... :(
    Fdo: La mala pécora-nécora!

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