Un hombre cualquiera se resguarda
en el escepticismo frente a la mejora del presente y la incertidumbre del
futuro.
Un hombre cualquiera cuenta con
una cualidad innata de añorar e idealizar el tiempo pasado, apartando lo
inmediato por frívolo y trivial. A través de dicha retrospectiva se ensalzan
las victorias, se difuminan los fallos y al tiempo lo vivido se conforma como
una historia tergiversada por la desmemoria consciente del individuo. En
definitiva los errores se entierran a dos metros bajo tierra y los aciertos
emergen a decenas de pies sobre las azoteas, nada se mantiene sobre la
superficie tal y como aconteció.
La cuestión se complica ante el
catastrofismo putrefacto y pestilente de un presente sin nada que encumbrar por
las negras tormentas y, que dará paso a un interminable cementerio plagado de
fosas comunes sin cerrar ni cicatrizar. Y, entonces, los tiempos pasados no
podrán ser mejores porque su presente se consumió a sí mismo, devorando mañana
los recuerdos del ayer por la inconsciencia del ahora.
Y así un hombre cualquiera se
concentra en su presente para añorarlo en el futuro como un pasado amortizado.
Guau.... que verbo! jejeje, es coña, pero me ha gustado, si señor. Creo que tienes bastante razón, y sería más inteligente ensalzar las derrotas y difuminar las victorias, pero entonces la historia se tendría que llamar: un hombre humilde, o un hombre valiente. Y eso no lo es "un hombre cualquiera".
ResponderEliminarUn saludo y enhorabuena por el blog!! :)
Gabriel