sábado, 31 de marzo de 2012

Trilogía 'Lo paradisiaco de lo viajado III': Lo pantagruélico de lo soñado


Un hombre cualquiera retoma la clase que dejó ayer con el maestro Unamuno, mientras siente un pétreo croar imbricado en el respirar de la ciudad.

Tras un sinsentido punto y seguido, un hombre cualquiera bajó las escaleras hasta un estable párrafo  sobrevolado por una bolboreta a un descansillo de distancia. Y comenzó a ver la realidad a través de un visor para grabar el trascurrir y discurrir de unos días tan rápidos como la existencia de un alérgico estornudo.  

Un hombre cualquiera configuró el diafragma para los cambios de luz y los flashes que inmortalizaban a secuestradores de medio pelo, mágicos mimos, famosas réplicas, decrépitas cantantes y otras mil historias soñadas y materializadas con el goteo de la tinta sobre un guión. Así, los artífices de guiones y los inmortalizados personajes quedaron grabados en la memoria colectiva de una variopinta generación, a los que las circunstancias y la incertidumbre nos les robaron las ganas de imaginar y producir sueños  y nuevas realidades.

Y así un hombre cualquiera recuerda los sabores de tiempos pasados porque sin estos paraísos pantagruélicos no sabría comerse la vida cada día.

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